viernes, 3 de enero de 2014

Una mañana en El Palomar.

A pesar de que hace un frío que pela, ha amanecido un día estupendo. Ello no significa que no haga frío, pero el sol alumbra cada rincón de esta clásica finca de bravo.



Son las 11 de la mañana y llegamos a la puerta de la cuadra. La gente se mueve. Hay trabajo por un tubo. Arreglo de los caballos, traslado de las cabras, movimiento de cereales y piensos. 




 No dejan de pasar coches, algunos de ellos lujosos. Uno de ellos, conducido por D. Adolfo Suárez, quien con un toque de claxon parece que nos da la bienvenida. 

Nos encontramos con D. Samuel Flores Santos Suárez y qué mejor forma de arrancar que hablando de toros. Hablamos de la camada. Hablamos de la temporada pasada. Y hablamos de la temporada que arrancará en pocos meses. 

Samuel se muestra tajante y realista, diciendo verdades como puños. Se muestra un punto indignado y con razón. Tiene motivos para ello. La cosa está mal, aquí y en todas las casas. Es totalmente consciente, pero no por ello van a dejar de ser fieles a lo que creen y a lo que consideran. 

Por todos es de sobra conocido aquello de "entre todos la mataron y ella sola se murió". La cuerda se tensa y cada uno mira hacia su parcela. Y no les importa seguir estirando siempre que su parcela vaya incrementando. En este contexto y en multitud de ocasiones, se le está faltando el respeto al ganadero. 

El jefe revisa los trabajos y las operaciones. Atado a un móvil y recibiendo llamadas cada instante, D. Samuel Flores conduce su jeep y se muestra cercano y amable, supervisando los tajos que sus trabajadores desempeñan. 


Lo siguiente fue deleitarse con las hechuras, seriedad y trapío que lucían los samueles en plena navidad. A pesar del duro invierno, algunos de estos animales se encuentran ya listos para ser lidiados mañana mismo. Caras acapachadas y de gran longitud, astifinas. Capas negras, coloradas, castañas y chorreadas. Finas hechuras de los toros. Un espectáculo difícil de ver un 30 de diciembre.





Salimos del cercado y vemos, de nuevo, a D. Samuel Flores, quien conducía su jeep para supervisar los animales que acabábamos de ver. Para su vehículo y comenta con Jose, su nuevo mayoral. 


Mientras Jose prepara el motor del jeep que conducíamos, aprovechamos para intercambiar opiniones con D. Samuel y agradecerle la hospitalidad ofrecida.

Tras las felicitaciones propias de la navidad... -¿Qué te han parecido?- me pregunta. -Qué me van a parecer! samuelones, serios, con leña... mucho trapío hay ahí abajo!-

Una ligera sonrisa evidencia que D. Samuel se siente contento y satisfecho. 

Más fotografías de esta mañana en El Palomar, en las próximas actualizaciones de este blog. 

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