Visitamos a los cárdenos buendías de Felipe Bartolomé, ganadería que sigue fiel a un encaste a pesar de las dificultades a las que se han visto sometidos desde hace varios años ya.
Los buendías de Felipe siguen fieles a sus hechuras bajas, terciadas, recogidos y redondos, chatitos y discretos de cara, pero de gran expresión en la mirada, lo que transmite un profundo respeto. El maestro Esplá, un día afirmaba que precisamente eso, la mirada y la carita cortita era lo que realmente imponía a los toreros ese respeto y ese miedo que con el paso de los años ha acabado pasando factura a estos toros.
Muchos dicen que este toro "no tiene plaza". Grave error, puesto que sí la tiene, ya que para lidiarse un toro, éste debe tener trapío, y estos toros lo tienen, sobradamente.
No vaya a ser yo quien describa el comportamiento de los santacolomas-buendías, por todos más que conocido. Pero yo lo resumiría de una forma muy simple: nunca es fácil. El que es bravo exige, impone y hace sudar al que tiene delante. El que no lo es, nunca lo pone fácil: espera, observa, se reserva las embestidas. Y entre ambos extremos, existe un amplio abanico de posibilidades de comportamientos, difíciles de entender en ocasiones, y que exigen una lidia exacta. Exige a su matador que ponga en práctica la teoría que en ocasiones, todos pecamos de predicar sin el ejemplo y de "boca pa´fuera".
Esta ganadería, o mejor dicho, este encaste siempre tuvo su lugar en las grandes ferias. Y fueron rifados por las figuras de aquellos años. Hoy se encuentra marginado por el sistema y más claramente, por los toreros, quienes no los quieren ver ni en pintura.
Un encaste único y que debe ser necesario proteger.
Pues en Mojón Blanco se engancharon un número 7 y número 8, quizá demasiado pesados y luciendo unas culatas excesivamente regordías. Pero menuda forma de engancharse. Hasta que el cárdeno claro, número 7, dijo que no quería más y salió huyendo. Sin embargo, el número 8 cárdeno oscuro lo persiguió durante más de 50 metros en una carrera desenfrenada en busca de la pelea.
La sangre sigue caliente en los buendías de Felipe Bartolomé.