Y prueba de ello, es la historia de Arrabaliño-56 de la
ganadería de D. Samuel Flores.
Arrabaliño, así se llamó el becerro herrado con el número 56
en la finca El Palomar. Un día de mayo de 2014 lo ví por primera vez. Andaban
muchos animales (los del guarismo 2, 3 y 4) juntos en uno de los inmensos cercados
de esta casa ganadera, pues en los próximos días se procedería a separarlos
según camadas. Aquel día, Arrabaliño pasó prácticamente desapercibido.
Con la navidad llegó el fuerte frío que azota estas tierras
y por aquel entonces, Arrabaliño ya estaba hecho un eralito. Todavía era un
niño, pero muchos de nosotros ya no tendríamos valor para echarle la muleta en
la cara.
Llegó la primavera y a escasos metros del pantano
descansaban los utreros. Muchos de ellos ya lucían unas exageradas arboladuras
que hacían presagiar su destino en festejos populares.
Otros, sin embargo, lucían
unas defensas más armónicas acordes a su edad. Allí empezó a destacar, entre
todos ellos, Arrabaliño. El utrerito mostraba unas armónicas hechuras a las que
acompañaban unas puntitas delanteras de lo más blanquitas.
Y fue en octubre del 2015 cuando Arrabaliño empezó a
acaparar las miradas y piropos de quienes lo observaban. Destacaba
fundamentalmente por su conformación cuesta abajo mostrando un gran cuello. A
su vez, estrechito de sienes y aunque todavía temprano, Arrabaliño luciría generoso
de pitones. Todo parecía apuntar a que Arrabaliño iba a ser un auténtico samuelón,
con seriedad pero sin ninguna
exageración.
La siguiente vez que me crucé con Arrabaliño tuvo que ser diez
meses después, en Agosto de 2016. Arrabaliño estaba hecho un tacazo, a punto de
cumplir los cuatro años, y era el guapo del cercado. Destacaba entre todos sus
hermanos. Los había más altos, con más cara, con más kilos… pero no los había
como él: bajo y con las manos cortas, con gran cuello, enseñando las puntas muy
astifinas, lo que le otorgaba un trapío para plaza de tronío.
En diciembre del mismo año, Arrabaliño lució sus pitones
protegidos con las fundas. Aún así y a pesar del duro y frío invierno, el toro
estaba tan hecho y tan rematado que podrían bien haberse lidiado en las
primeras ferias de la temporada. En aquel momento, la corrida prevista que
pastaba en los cercados de El Palomar, todavía no tenía destino y por tanto,
Arrabaliño aguardaba a la vez que seguía creciendo.
Finalmente y a los pocos meses, empezaron a oírse algunos
destinos para la corrida que D. Samuel tenía preparada. Unos apuntaron a Ciudad
Real, más tarde a Dax… y finalmente a Linares, con un mano a mano entre Curro
Díaz y Enrique Ponce. Aquello empezó a sonar cada vez con más fuerza, hasta que
finalmente se hizo oficial. La corrida preparada por D. Samuel era una gran
corrida de toros, en cuanto a trapío y en cuanto a reatas. Y como bien hemos
apuntado, destacaba siempre Arrabaliño, el n. 56.
Tal era la belleza de Arrabaliño, que comentándolo con uno de los sabios del campo
bravo, el señor Luis Miguel Parrado, me pasaba esta imagen. Un Samuel de
finales de los 80, lidiado por Roberto Domínguez en Madrid, y que resultó de
gran juego. Siempre se ha dicho que las comparaciones son odiosas, pero
fíjense. Dos calcos.
Arrabaliño embarcó junto a sus hermanos el sábado 26 de
agosto. Su lidia le correspondío a Curro Díaz en sexto lugar. A priori lo tenía
todo para embestir.
Sin embargo y para decepción de todos, el juego de A
rrabaliño no cumplió con las expectativas que había creado. No voy a ser yo
quien califique su juego. Los medios de comunicación así lo calificaron:
“Poco puedo
hacer Curro con el
sexto. Un toro parado y con peligro que a mitad del muletazo volvía la cara
queriendo echar mano al torero, incluso llegando a rozarle los muslos en varias
ocasiones. El toro, se rajo totalmente en tablas yCurro aprovecho para darle un pinchazo arriba que hizo que el toro cayera. Saludo una
ovación”.
“Curro Díaz tampoco
tiene suerte con el sexto de la tarde, Arrabaliño, un toro manso, rajado, ante
el cual es imposible hacer nada. Lo ha estado intentando para agradar a
sus paisanos, pero el astado no estaba por la labor. Mata bien. Palmas.”
“El
sexto permitió a Curro Díaz lucirse con el capote a la verónica pero en la
muleta no había opciones. El toro de paró y sólo se movió para buscar al
torero, que tuvo que abreviar tras intentarlo. Curro Díaz saludó una ovación.”
Otro
ejemplo más de la tremenda dificultad de ser ganadero de bravo. Chascos,
decepciones y sorpresas abundan en el día a día de la cabaña brava. Cuando
crees que nada puede fallar, aparece el toro y descompone lo previsto. El
motivo? Probablemente los ganaderos sepan, o intuyan qué pudo pasar para que
Arrabaliño no sirviera.
Por este motivo, sirva este
pequeño capítulo para animar a los ganaderos de bravo en la búsqueda incesante
de la bravura.