martes, 13 de mayo de 2014

Festival en Villanueva de la Fuente. 10 Mayo 2014.

Tan sólo fue un festival, pero ha sido suficiente para demostrar las virtudes que D. Samuel Flores quiere para sus toros. Y lo importante es que esas virtudes se consiguen, poco a poco, pero se están consiguiendo en base a un trabajo duro, dilatado y sacrificado.

Fue en Villanueva de la Fuente (Ciudad Real), con motivo de la festividad de la Virgen de los Desamparados. Como todos los años, se lidia un festejo mixto: dos matadores, un novillero local y un rejoneador, con reses de Castillo de Montizón. Y los animales son donados por el ganadero manchego para contribuir con el pueblo de Villanueva de la Fuente.

Este año el cartel lo formaba Manuel Manzanares como jinete, Miguel Abellán y Emilio Huertas como matadores, y David Rogríguez, novillero de Albaladejo dirigido con dedicación por el antiguo mayoral de la casa, Pedro Cazoleto.

A pesar de ser un festival, la profesionalidad de los espadas estuvo presente en todo momento. Así da gusto. Manuel Manzanares exhibía su espectacular cuadra en el patio trasero, mientras Miguel Abellán lanceaba al viento en un pequeño cuarto en el interior del patio de cuadrillas de la modesta plaza de Villanueva de la Fuente.





El festejo inició con más de media hora de retraso y con tres cuartos de entrada. La gente, a la suya. Se trata de la fiesta de los pueblos. Mucho público pero apenas ningún aficionado. Con que haya música, un animal moviéndose (bien o mal, pero moviéndose), un hombre dando pases, bebida y comida... la tarde está salvada.

Poca gente fue capaz de reconocer las virtudes que desarrollaron los novillos de Samuel. A la arena saltaron 5 novillos y salvo uno, todos fueron muy importantes. Y fueron importantes porque tuvieron las condiciones que busca todo ganadero. Fundamentalmente, los novillos siempre fueron a más, condiciones indispensable que debe darse en toda res procedente del tronco Parladé-Tamarón-Conde de la Corte.

Siempre fueron a más con un gran fondo, y además todos los novillos desarrollaron movilidad y calidad en sus embestidas.

El primero de ellos fue para Manuel Manzanares. Tuvo muy buen tranco y fue pronto en el caballo de Manzanares. Se desplazó mucho y tuvo una gran movilidad. Dos orejas.




El segundo fue para Abellán. Novillo con una hechuras preciosas que mostró de primeras su clase con el capote. Siempre lo tomó humillado y desplazándose. En banderillas el toro se dolió, pero a la muleta llegó con muy buen son, condición que aprovechó Abellán para dejarle siempre la muleta en la cara y tirar del animal. El torero lo entendió a la perfección y el toro fue agradecido en todo lo que se le hacía. Por ambos pitones tuvo faena, pero por el pitón izquierdo se ligaron tres tandas tremendas.

Repetidor, noble y mucha clase. Un servidor, atónito ante esas condiciones arrancó la petición de indulto para el animal. La petición fue tomada por el resto de espectadores y pidieron el indulto del toro de forma insistente. Abellán alargó la faena y demostró de nuevo que el animal mantuvo de principio a fin unas condiciones formidables. Finalmente, el propio Samuel ordenó al matador que entrara a matar. Cierto es que al toro le faltó un pelín de chispa y transmisión. Pero en cualquier caso, no hubiera pasado nada un indulto en esa pequeña y coqueta plaza, delante de todos sus paisanos, de un animal con unas condiciones tan buenas como las que tuvo este segundo. La gente estaba feliz, contenta, divertida... todo olía a indulto hasta que el ganadero ordenó lo contrario. "Le ha faltado chispa" afirmó. Siendo puristas, el ganadero tenía toda la razón. Dos orejas y rabo.






El tercero, para Emilio Huertas. Si al segundo le faltó chispa, a éste le sobró. Chorreado y con hechuras inconfundibles. Arrancó saliendo suelto y avanto en el capote, condición muy clásica en esta ganadería. Pero enseguida mostró que tenía casta y transmisión, además de ser muy fijo en la muleta de Emilio Huertas.

Toro yendo a más, repetidor y con una profundidad en la embestida importantes. Más de 60 muletazos recibió este segundo y personalmente, me gustó mucho más éste que el segundo. Para mí, fue un novillo de vacas. Dos orejas.




El cuarto recibió una muy mala lidia y literalmente, se desangró. El toro se agarró al piso de una forma brutal y poco pudo hacer Manuel Manzanares. Silencio.

El quinto fue para el novillero de Albaladejo, David Rodríguez, quien acusó excesivamente la falta de oficio. Si además te sale un novillo con el poder de este quinto, con motor, yendo a más como sus hermanos, con esa movilidad y transmisión... demasiado digno estuvo el chaval. Dos cariñosas orejas.



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