domingo, 18 de mayo de 2014

La magia y belleza que se esconde en El Palomar.

Andábamos pasando una espectacular mañana en casa de D. Samuel Flores, como cada vez que visito mi pueblo político, Villanueva de la Fuente. Como siempre, el trato en esta casa es exquisito y así da gusto. Gusto porque los ganaderos y su mayoral rinden culto al toro y por ende, al aficionado.

Pasan las horas y a pesar de ello, no te cansas de ver a los samueles en ese marco incomparable que es El Palomar. Regresas cada 14 o 21 días y te asombras (para bien o para mal) de la evolución que siguen todos y cada uno de los animales herrados con la O partida o con la F. Para bien porque el toro sigue su evolución y gana en trapío a pasos acelerados, le ves otro aire, otra mirada, otra actitud más desafiante. Para mal cuando algunos compañeros la toman con el chulo de turno, ese que manda en el cercado, y le dan una paliza de miedo que lo dejan al borde de la muerte o incluso acaban con él. Cosas del campo que no dejan indiferente a nadie, a ningún aficionado y más si lo ves con tus propios ojos. Son los misterios que esconde campo bravo.

“Vamos a dar un repaso al futuro…” Y acto seguido entramos en el cercado donde aguardan los novillos con guarismo 1, 2 y 3. A pesar de ser niños todavía, algunos ya apuntan formas. Formas que se definirán a medida que pase el tiempo y decidirán dónde irá ese toro en cuestión.



Muchos animales agolpados en un inmenso cercado. Se empiezan a mover cuando oyen y ven el jeep acercarse hacia ellos. Se mueven sin sentido o dirección fija. El objetivo es no sentirse molestado por nuestra visita. Se esconden unos con otros. Parece que tienen vergüenza y eso dificulta identificar a cada uno de ellos. Andan tapándose pero ello no impide que descubran sus ya astifinos pitones y dejen entrever que aquí habrá leña, seriedad y trapío.




Los vamos rodeando, vamos intentando descubrir cuáles apuntan mejores hechuras, cuáles están más entipados en la línea ibarreña que D. Samuel Flores ha implantado en su casa, cuántos chorreados habrán, cuántos colorados y cuántos negros. Cuáles apuntarán hacia Madrid o cuáles no sirvan probablemente por estar más fuera de tipo o más pobres de cara. Un lujo que se convierte en vicio.




Y en medio de esa situación, en medio de contexto y de ese contorno sucedió algo mágico. Como si entendieran lo que allí hablábamos, fueron apartándose del jeep que en aquél momento se encontraba rodeado de animales. Fueron apartándose lentamente. 

Todos, salvo uno. 

Un animal permaneció inmóvil, mirándonos fijamente. No nos apartó la mirada mientras sus hermanos se apartaban de él. Al final se quedó sólo. Sólo a 4 metros del jeep. Posó para la cámara enseñando su espectacularidad.

Y nos calló la boca de inmediato. Jose, el mayoral de la casa, ya me había avisado. No había nada más que hablar. Allí andábamos indagando y especulando sobre qué toro serviría para tal sitio, cuál apunta mejor y cuál está mejor hecho… y de repente este toro nos calló la boca. Fue como si este toro hubiera entendido todo cuánto estábamos debatiendo y quiso quedarse allí para mostrarnos su singular y única belleza. Su trapío desorbitado. Su astifinos pitones. Su pelaje. Sus perfectas hechuras. Aquél Samuelón nos vaciló con una clase digna de un toro bravo.

Nos regaló un minuto de su singular belleza. Sólo uno, pero habían valido por mil. Ya no había nada más que hablar. Quedó claro quién mandaba allí. Al menos, quién era el “míster España” del Palomar. Pasado aquel minuto en silencio sepulcral, este toro siguió a sus hermanos, andando despacio tras ellos y muy, muy descolgado.


Espectacular lo vivido aquella mañana de mayo. No perdamos detalle de este toro. Criar animales de semejante trapío está al alcance de muy, muy pocas ganaderías. Y la casa Flores es una de ellas. 

De nuevo, agradecer a esta casa su exquisito trato. Es un privilegio poder disfrutar de estas imágenes en una casa ganadera de semejante solera. Agradecer a D. Samuel Flores Romano y a sus hijos, D. Samuel y D. Carlos Flores sus conversaciones, sus intercambios de opiniones y su enorme amabilidad. Y por supuesto, a su gran mayoral Jose, un joven aficionado que desempeña su labor con una pasión y rigurosidad digna de los mejores. 

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