lunes, 28 de agosto de 2017

No es oro todo lo que reluce.


Y prueba de ello, es la historia de Arrabaliño-56 de la ganadería de D. Samuel Flores.

Arrabaliño, así se llamó el becerro herrado con el número 56 en la finca El Palomar. Un día de mayo de 2014 lo ví por primera vez. Andaban muchos animales (los del guarismo 2, 3 y 4) juntos en uno de los inmensos cercados de esta casa ganadera, pues en los próximos días se procedería a separarlos según camadas. Aquel día, Arrabaliño pasó prácticamente desapercibido.


Con la navidad llegó el fuerte frío que azota estas tierras y por aquel entonces, Arrabaliño ya estaba hecho un eralito. Todavía era un niño, pero muchos de nosotros ya no tendríamos valor para echarle la muleta en la cara.


Llegó la primavera y a escasos metros del pantano descansaban los utreros. Muchos de ellos ya lucían unas exageradas arboladuras que hacían presagiar su destino en festejos populares. 



Otros, sin embargo, lucían unas defensas más armónicas acordes a su edad. Allí empezó a destacar, entre todos ellos, Arrabaliño. El utrerito mostraba unas armónicas hechuras a las que acompañaban unas puntitas delanteras de lo más blanquitas.


Y fue en octubre del 2015 cuando Arrabaliño empezó a acaparar las miradas y piropos de quienes lo observaban. Destacaba fundamentalmente por su conformación cuesta abajo mostrando un gran cuello. A su vez, estrechito de sienes y aunque todavía temprano, Arrabaliño luciría generoso de pitones. Todo parecía apuntar a que Arrabaliño iba a ser un auténtico samuelón, con seriedad pero sin  ninguna exageración.



La siguiente vez que me crucé con Arrabaliño tuvo que ser diez meses después, en Agosto de 2016. Arrabaliño estaba hecho un tacazo, a punto de cumplir los cuatro años, y era el guapo del cercado. Destacaba entre todos sus hermanos. Los había más altos, con más cara, con más kilos… pero no los había como él: bajo y con las manos cortas, con gran cuello, enseñando las puntas muy astifinas, lo que le otorgaba un trapío para plaza de tronío.



En diciembre del mismo año, Arrabaliño lució sus pitones protegidos con las fundas. Aún así y a pesar del duro y frío invierno, el toro estaba tan hecho y tan rematado que podrían bien haberse lidiado en las primeras ferias de la temporada. En aquel momento, la corrida prevista que pastaba en los cercados de El Palomar, todavía no tenía destino y por tanto, Arrabaliño aguardaba a la vez que seguía creciendo.


Finalmente y a los pocos meses, empezaron a oírse algunos destinos para la corrida que D. Samuel tenía preparada. Unos apuntaron a Ciudad Real, más tarde a Dax… y finalmente a Linares, con un mano a mano entre Curro Díaz y Enrique Ponce. Aquello empezó a sonar cada vez con más fuerza, hasta que finalmente se hizo oficial. La corrida preparada por D. Samuel era una gran corrida de toros, en cuanto a trapío y en cuanto a reatas. Y como bien hemos apuntado, destacaba siempre Arrabaliño, el n. 56.



Tal era la belleza de Arrabaliño, que  comentándolo con uno de los sabios del campo bravo, el señor Luis Miguel Parrado, me pasaba esta imagen. Un Samuel de finales de los 80, lidiado por Roberto Domínguez en Madrid, y que resultó de gran juego. Siempre se ha dicho que las comparaciones son odiosas, pero fíjense. Dos calcos.



Arrabaliño embarcó junto a sus hermanos el sábado 26 de agosto. Su lidia le correspondío a Curro Díaz en sexto lugar. A priori lo tenía todo para embestir.

Sin embargo y para decepción de todos, el juego de A rrabaliño no cumplió con las expectativas que había creado. No voy a ser yo quien califique su juego. Los medios de comunicación así lo calificaron:

“Poco puedo hacer Curro con el sexto. Un toro parado y con peligro que a mitad del muletazo volvía la cara queriendo echar mano al torero, incluso llegando a rozarle los muslos en varias ocasiones. El toro, se rajo totalmente en tablas yCurro aprovecho para darle un pinchazo arriba que hizo que el toro cayera. Saludo una 
ovación”.


“Curro Díaz tampoco tiene suerte con el sexto de la tarde, Arrabaliño, un toro manso, rajado, ante el cual es imposible hacer nada. Lo ha estado intentando para agradar a sus paisanos, pero el astado no estaba por la labor. Mata bien. Palmas.”
“El sexto permitió a Curro Díaz lucirse con el capote a la verónica pero en la muleta no había opciones. El toro de paró y sólo se movió para buscar al torero, que tuvo que abreviar tras intentarlo. Curro Díaz saludó una ovación.”
Otro ejemplo más de la tremenda dificultad de ser ganadero de bravo. Chascos, decepciones y sorpresas abundan en el día a día de la cabaña brava. Cuando crees que nada puede fallar, aparece el toro y descompone lo previsto. El motivo? Probablemente los ganaderos sepan, o intuyan qué pudo pasar para que Arrabaliño no sirviera.

Por este motivo, sirva este pequeño capítulo para animar a los ganaderos de bravo en la búsqueda incesante de la bravura. 

1 comentario:

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