Amanecía en Pedro Martín, una
espectacular finca en pleno corazón del campo extremeño propiedad de D. Arcadio
Albarrán. Ese campo verde repleto de encinas chocando contra los primeros rayos
de luz es una estampa única. Y además, única es la vista que se divisa desde el
cortijo. Éste está ubicado en un punto más alto que el resto de la finca, desde
donde se pueden observar los toros sentado en la misma entrada.
Nos recibieron los toros mientras
estaban siendo cambiados de cercado. Los reburdeos eran abundantes y
desafiantes, como si de buena mañana tuvieran ganas de gresca. Enseguida nos
dimos cuenta que la camada de Arcadio para 2019 está formada por un gran número
de toros extraordinarios. Toros bajitos, de manos cortas, la mayoría ya
rematados y de hechuras muy reunidas. Las caras más bien discretas pero en el
sitio. Sin ninguna funda. Ni una. Y en su gran mayoría de pelaje negro. Algún colorado también, pero
predomina en su práctica totalidad el negro.
Ninguno de ellos es para Pamplona,
Madrid o Bilbao pero ello no implica que la camada no tenga trapío. La tiene
porque, en general, el toro de esta casa te transmite seriedad.
Desconozco los destinos para este 2019. El año pasado
funcionaron muy bien. Los animales se movieron y empujaron y concretamente, en la calle, dejaron
muy satisfecho al aficionado. Deseamos suerte a Arcadio para la ya iniciada
temporada 2019.
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