Hasta los huevos de los que se dicen llamar ganaderos y
aficionados al mismo tiempo. Hasta los huevos de gente que no tiene ni puta
idea de qué forma está montado este circo que gira en torno al toro bravo.
Hasta los huevos de que menosprecien a los aficionados de verdad, a los que
pagan una entrada por ver una corrida torista, a los que disfrutan viendo el
toro bravo en el campo. Hasta los huevos de que nos “tomen el pelo” con excusas
baratas, con mentiras. Hasta los huevos de la poca palabra de los que parecen
que son hombres, pero no lo son porque no la tienen. Hasta los huevos de que
menosprecien al aficionado valenciano, tan conocedor y sabedor del toro bravo,
ganaderías, encastes, comportamientos. Hasta los huevos de todo esto y más.
Que te cuelen una excusa barata me jode, pero que quieran
engañarte, más. No es por nada, pero la afición que se come aquí en Valencia es
probablemente la más importante de toda nuestra querida piel de toro. Somos los
que les salvamos año tras año el culo a muchos ganaderos que viven del recuerdo
y hace años que no les ha embestido ni un maldito toro. Y nosotros seguimos
queriéndolos, seguimos apostando por ellos, seguimos comprándoles sus toros y
les salvamos de tener que enviarlo todo al matadero, pagando en ocasiones gato por liebre (ojo, porque
queremos!).
Esto se les olvida continuamente a esta gente, llamados
prestigiosos ganaderos y conocidos como tal. Se les olvida que estamos siendo
la gallina de los huevos de oro desde hace años y se les olvida cuidarnos como
tal. Y lo peor no es que se les olvide. Lo peor es que nos menosprecian.
Me atrevo a decir, y no quiero parecer ostentoso, que muchas
de esas ganaderías siguen en pie, o al menos tienen un mejor presente, gracias
a nosotros, gracias al aficionado en general, el que acude a la plaza para ver
a los toros, pero más concretamente, al aficionado valenciano. Ese aficionado
que pertenece a una comisión taurina, que paga 1000 euros anuales para adquirir
un toro de la ganadería de turno. Pero les da igual. No lo tienen en cuenta,
nunca lo han tenido, y al parecer no lo van a tener.
Y nosotros nos movemos por afición, pura y simple afición.
Podríamos sentarnos horas y horas a hablar y debatir con ellos y no nos
quedaríamos callados. Quizá el que se quedaba callado era el ganadero de turno,
ese que nos menosprecia y se burla de nosotros. Tenemos mucha escuela a
nuestras espaldas, muchas horas de viaje, mucho campo, mucho toro comprado y
mucha memoria.
Y con todo este currículum, viene un tipo de estos y nos la
intenta colar. Perdone caballero, usted
no tiene ni puta idea de quienes somos.
Dos instantáneas de una comisión taurina. Comissió Taurina Dona´t Aire de Meliana (Valencia). Miles de aficionados valencianos forman sus comisiones y peñas taurinas, pagando de su propio bolsillo toros que se lidiarían en la primera plaza del mundo, salvando el culo a "ganaduros" que luego nos menosprecian e intentan engañar.
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